Reseña de la conmovedora película francesa “El Libro de los Deseos”

La cautivadora película francesa “El Libro de los Deseos” nos sumerge en una emocionante travesía llena de esperanza y redescubrimiento. Todo comienza con una madre y su hijo en una tranquila avenida, hasta que un inesperado accidente cambia sus vidas en un instante, dejando al niño en un profundo coma y a la madre desesperada por encontrar una manera de conectarse con él.

La historia da un giro cuando la madre descubre un cuaderno en el que su hijo de doce años ha plasmado diez sueños que anhela cumplir antes de que termine el mundo. Determinada a cumplir esos deseos por él y en el proceso encontrar una forma de sanar, comienza un viaje conmovedor a través de Portugal, Gran Bretaña y Japón. En cada paso, se enfrenta a personajes entrañables y experiencias que la llevan a cuestionarse su propia vida y propósito.

Dirigida por Lisa Azuelos, reconocida por sus trabajos en “Dalida” y “LOL”, y con un guion creado por Juliette Sales y Fabian Suarez, la película es una adaptación de la exitosa novela de Julien Sandrel. La actuación de Alexandra Lamy, Muriel Robin y Xavier Lacaille agrega autenticidad y emotividad a la trama.

El filme no sólo resalta la importancia de luchar por nuestros sueños, sino que también nos muestra la belleza de reconectarse con la esencia misma de la existencia. Cada escena está acompañada por la cautivante música original de Bonjour Meow y es enriquecida por los impresionantes paisajes y colores capturados por los tres directores de fotografía, Guillaume Schiffman, Christophe Offenstein y Léo Hinstin, según el escenario.

En resumen, “El Libro de los Deseos” es una poderosa historia sobre la superación, el amor maternal y la búsqueda de significado en medio de la adversidad. Ya de por sí, el cine francés le otorga un encanto especial con diálogos que se sienten tan humanos que es imposible no identificarse con cada personaje. Lo memorable de esta película es que nos invita a reflexionar sobre la vida, los sueños y cómo cada día cuenta, aún cuando sea un mal día, es posible atravesarlo encontrando algo valioso para el nuevo amanecer.