Reseña del thriller satírico “El Menú”, una experiencia gastronómica para morir con una sonrisa

“El Menú” es un thriller sumergido dentro del mundo del arte culinario gourmet con una trama que aprovecha inteligentemente las líneas de cada personaje para satirizar una situación estresante de vida o muerte. Mark Mylod logra contarnos con elegancia una historia siniestra llena de humor negro, manejando unas transiciones que nos pasean por cada obra de arte del menú preparado por el renombrado chef Julian Slowik, interpretado majestuosamente por el veterano Ralph Fiennes. Sin lugar a dudas, estamos en presencia de un largometraje que podría convertirse fácilmente en una película de culto por el gran trabajo de su elenco y del afilado guión escrito por Seth Reiss y Will Tracy.

El arte de la cocina se saborea en “El Menú”

Una de las cosas que mejor logra recrear “El Menú” es representar el ambiente jerárquico que reina en una cocina gourmet liderada por un chef de alta exigencia en sus platos. De hecho el restaurante Hawthorn fue diseñado para la película inspirado en los restaurantes más renombrados del mundo, entre ellos el restaurante sueco Fäviken (actualmente cerrado), a cargo del chef Magnus Nilsson; el restaurante catalán El Bulli, del chef Ferran Adrià; el restaurante de Sonoma, California, French Laundry, de Thomas Keller; y el restaurante danés Noma del chef René Redzepi.

Asimismo, cada plato es una creación exuberante que además relata una historia de Slowik o expresa un concepto artístico nacido de las experiencias traumáticas del chef.

La cinta hace que la audiencia sienta la tentación de probar cada plato e incluso de intentar memorizar los nombres y elaboradas descripciones de los ingredientes que nos presenta en cada transición del menú.

Ver también: Así se creó el exclusivo y enigmático restaurante Hawthorn de la película “El Menú”

Un asesino en masa servicial

Para muchos el mejor personaje de la película será el refinado, dedicado y servicial chef Julian Slowik (Fiennes), un hombre que no nació siendo un peligro para la sociedad, pero que por sus traumáticas experiencias y frustraciones termina convirtiéndose en un asesino en masa, dispuesto a morir con sus comensales con la firme intención de expresar su concepto del menú perfecto.

Slowik al mismo tiempo es la representación de todos los artistas con talento que se ven oprimidos y exprimidos por una sociedad capitalista. Una crítica satírica del arte, en este caso culinario, versus lo que nos venden los mal llamados “influencers”, o en este caso en particular “foodies”. Estamos rodeados de personas que venden humo autoproclamándose expertos, cuando en realidad son aficionados con menos de un dedo de profundidad de conocimiento acerca del tema del que fanfarronean, pavoneándose ante otras personas que en realidad son más honestas sin una verborrea ornamentosa.

Slowik no busca ser el mejor. Él es lo que es y si el mundo le dice que es el mejor chef, pues así será para ellos. Aunque para él no sea nunca suficiente.

La nostalgia salva una vida

El segundo personaje favorito de la audiencia podríamos apostar que sería el de Margot, una dama de compañía de ejecutivos interpretada por la talentosa Anya Taylor-Joy.

Margot es la antítesis de todo lo que significa Hawthorn y sus comensales. Ella vive el momento, también salva el día prestando un “servicio” a otras personas, pero por las que no siente ningún tipo de afecto o apego, ni la necesidad de buscar aprobación. No es una mujer exclusiva, pero sí una mujer vulgarmente honesta y sencilla en sus gustos.

Definitivamente, Margot es el cliente prácticamente imposible de complacer con el menú de la noche de Slowik, ya que no busca ser sorprendida con una presentación ni platos ostentosos creados con métodos e ingredientes extravagantes. Margot puede deleitarse con un plato que tan sólo se vea apetitoso. Después de todo, cuando el hambre toca la puerta, ¿qué no resulta apetitoso?

El cierre de la historia nos muestra un giro en los planes de Slowik, quien había pulido cada detalle del “menú” para que nadie sobreviviera, ni siquiera Margot, que no debía estar allí esa noche.

Astutamente, Margot recurre a una trampa de ego nostálgica para Slowik. Le dice que no está conforme con su menú, que lo quiere devolver. A lo que Slowik no puede negarse en ofrecerle cualquier otro plato para complacerla, comportándose como el chef profesional que sigue siendo. Ella le ordena una simple hamburguesa con queso, llevando a Slowik a remontarse a un viaje a los inicios de su trabajo, cuando todavía cocinaba con “hambre” y pasión por lo que hacía.

Margot queda complacida con el sabor de su hamburguesa, pero la pide para llevar. Y así, de la manera más mundana, rompe el plan maestro de Slowik, quien sin ninguna objeción le deja ir para terminar de servir el postre mortal para el resto de los clientes.

En conclusión, “El Menú” no es una película que atrapará necesariamente a todos los que disfruten del suspenso, sino particularmente a los fanáticos del humor negro y las sátiras inteligentes. En este menú no hay chistes, pero toda la audiencia ríe aún a través de las situaciones siniestras que nos presenta.

El resultado es una película con una historia original que nos deja un buen sabor de boca, con ganas de repetir otra velada con un artísta tan talentoso para cocinar y asesinar.