Reseña de “Mansión Embrujada” de Disney

“Mansión Embrujada” es el segundo intento de Disney de convertir la famosa atracción de su parque turístico de 53 años en una película, la primera vez fue protagonizada en el 2003 por el increíble actor Eddie Murphy y 20 años después debo decir que les salió mucho mejor en esta ocasión.

El reinicio fue dirigido por Justin Simien con unos resultados aceptables, considerando que no es para nada sencillo hacer una película de comedia y terror que sea para toda la familia, porque busca dar el suficiente miedo como para que la película sea respetable dentro del género, pero a la vez no tanto, para evitar llegar al punto que los niños lloren y salgan corriendo del cine por el terror que puedan llegar a sentir. ¡Todo un reto!

La trama es sencilla y la ejecución también peca de ser simple, pero gracias al buen reparto pudimos obtener escenas dramáticas con el lamento y el dolor que transmite Ben (LaKeith Stanfield) y el encanto del niño de 9 años (Chase Dillon), su mamá (Rosario Dawson), las risas de la médium Harriet (Tiffany Haddish) y dos hombres queridos, el padre Kent (Owen Wilson) y el profesor experto en casas embrujadas, Bruce Davis (Danny DeVito).

Jared Leto realiza una participación como el villano de la película, el cual también está en varias partes del parque de atracciones y Jamie Lee Curtis encabeza a la madame Leota, literalmente, es la médium cuya cabeza aparece en la icónica bola de cristal.

Mansión Embrujada nos narra la historia de una mujer que busca la ayuda de un sacerdote, para que ella y su hijo de 9 años dejen de ser asechados por los fantasmas de la mansión a la que se han mudado, el sacerdote al no lograr exorcizar a los fantasmas recurre a un astrofísico deprimido que trabaja dando tours y está cansado de la vida. Más adelante también obtienen la ayuda de otros personajes, como una médium y un profesor.

Mucho debemos agradecer al excelente trabajo de LaKeith que supo hacer creíble esta película que es construida con los ladrillos familiares de una historia gótica, llevando el tema de la pena que atraviesa de principio a fin, se nos presenta una prueba de reflexión sobre como los lamentos nos hacen vulnerables, y como al mismo tiempo tenemos la posibilidad para aprovechar el poder de ese amor para conectar con otros y apreciar la vida que llevamos.

La trama se pierde entre escenas tontas con fantasmas flotantes, cuentos largos de barones y la cámara creada por Ben, que es capaz de capturar los retratos de seres sobrenaturales. La película logra capturar mucho del parque de atracciones, aunque no trasciende visualmente como para convertirse en un filme que uno vería todos los octubres junto a otros grandes clásicos.

Sin embargo, para verla una primera vez sé está bien, entretiene lo suficiente. Definitivamente tiene una cantidad considerable de escenas graciosas, aún cuando para algunas personas pueda sentirse que termine siendo un poco más larga de lo necesario.