Reseña de “Cuando el cielo se equivoca”: Humor divino con Keanu Reeves

En Good Fortune (titulada en Latinoamérica como “Cuando el cielo se equivoca”), el director y guionista Aziz Ansari conjuga lo fantástico y lo laboral para construir una comedia con trasfondo social: el ángel Gabriel (interpretado por Keanu Reeves), relegado a tareas menores en el cielo, se aburre. Así que decide intervenir en la vida de Arj (Ansari), un trabajador de la “gig-economy”, y Jeff (Seth Rogen), un emperador de la tecnología. Cambios de cuerpo, crisis de identidad y una caída literal de alas alumbran el planteamiento.

Lo que funciona

Uno de los puntos más sólidos del film es la interpretación de Reeves: encarna a un ángel torpe, al que se le caen las alas y se ve obligado a vivir entre humanos precarios, y lo hace con una ligereza encantadora. Los críticos lo destacan como “devilishly angelic” — un ángel entrañable que se ríe de sí mismo.
La química con Rogen también aporta: la combinación de su tecnológico arrogante con el inocente celestial crea escenas cómicas con buen timing. Y se agradece que Ansari se tome en serio los temas que introduce: desigualdad, precariedad laboral, la ilusión del éxito tecnológico.
Además, el film homenajea de forma simpática a clásicos (“ángeles que habitan entre los mortales”, intercambio de identidades) y los traslada a la Los Ángeles actual, con estética viva, humor ligero y un fondo moral que no resulta pesado pese a ser ambicioso.

Lo que no termina de convencer

Aun así, la película tropieza a veces con su propio peso temático. Algunos críticos opinan que el mensaje sobre la justicia laboral o la condición humana es un poco superficial, como si el guion no hubiese explorado al máximo sus propias ideas.
También, el arco de cambio del personaje de Arj carece de convicción para algunos: su transición de gig-trabajador insatisfecho a millonario efímero y luego redimido se siente atropellada.
Por último, aunque la mezcla de fantasía y realismo funciona bastante bien, el tono fluctúa —pasa del slapstick angelical al comentario serio sobre la economía contemporánea—, lo que puede desconcertar a quienes esperaban una comedia más pura o una sátira más incisiva.

En conclusión, si bien Good Fortune no es una obra maestra, sí es una película agradable, reflexiva y con corazón. Con Reeves como guía celestial, Rogen en el rol del multimillonario idiota y Ansari enfrentando sus demonios modernos, el film ofrece risas, algunos momentos de ternura y un vistazo simpático (aunque ligeramente imperfecto) al coste real de “vivir el sueño”. Recomendable para quienes disfrutan de comedias con mensaje, buenas interpretaciones y un toque de surrealismo.