Reseña de “Instinto Materno” con Jessica Chastain y Anne Hathaway
¿Puede ser el instinto maternal una temible fuerza capaz de llevar a una mujer a cometer el peor de los crímenes? Aunque suene como una pregunta difícil, es muy probable que la mayoría de las personas estén de acuerdo en una respuesta: una madre hará todo lo que considere necesario por su hijo, sin importar qué. Es con esta premisa que la escritora Barbara Abel escribe Derrière la haine, novela que sirvió de inspiración para la recién estrenada película de Benoît Delhomme, Instinto Materno.
La trama nos sitúa en los años 60, presentándonos a dos mejores amigas que comparten el mismo estilo de vida, ambas son amas de casa y madres que viven una al lado de la otra, haciendo lo mejor que pueden para criar a sus hijos. Sin embargo, luego de que el hijo de una de ellas muere tras un accidente, la relación entre ambas familias se vuelve tensa, todo bajo la sospecha de que Céline (Anne Hathaway) intenta robarse o quizás asesinar al hijo de Alice (Jessica Chastain) tras haber perdido al suyo propio.
Al estar la trama enfocada principalmente en ambas madres, casi todo el peso de la actuación cae sobre Hathaway y Chastain, lo cual es uno de los puntos fuertes de esta película ya que ninguna decepciona. Hathaway representa de forma magistral los cambios de personalidad de Céline que van desde la alegría de la normalidad, pasando por la depresión e histerismo propios del duelo tras perder a un hijo, hasta llegar a la fría calma y locura asesina que van tomando forma en el personaje. Por otro lado, Chastain logra algo único, transmite al espectador la incomodidad de presenciar como alguien actúa como presa de la ansiedad y la paranoia constante al temer por la vida de sus seres queridos.
Aún teniendo una trama interesante y medianamente compleja a nivel psicológico, la película dura tan sólo 94 minutos, por lo que resulta bastante fresca al verla. No obstante, este es uno de los puntos más criticados de la obra, ya que se pudo haber aprovechado mejor el tiempo dando aún más desarrollo al conflicto principal y a las interacciones que llevan al personaje de Céline a volverse en contra de su amiga con tal de llevarse a su hijo.
Sin embargo, un punto a favor del guión y de la dirección, se encuentra en la caracterización de los personajes. Las acciones de Céline son tan ambiguas durante el conflicto que al mismo espectador le resulta difícil definir cuáles de estas son normales en su proceso de duelo y cuáles son genuinamente extrañas, mientras que las respuestas paranóicas pero fundamentadas de Alice rompen tanto con las apariencias que resultan incómodo de ver, no sólo para los personajes, sino para el mismo público.
Otro aspecto interesante de la obra se encuentra en su sutil crítica al estilo de vida de la década de los 60, para ese momento era considerablemente fácil desentenderse de los desequilibrios mentales vistos en el filme. Además, se hace mención a cómo se fuerza a la mujer a llevar un rol de ama de casa que debe mantener las apariencias y cumplir con todo. Es muy probable que si los personajes le hubiesen dado menos importancia a dichas apariencias y se hubiesen preocupado más por el estado mental de Céline, las cosas hubieran resultado de forma distinta.
A pesar de considerarse una película “sencilla”, la obra cumple con su cometido al dejar en suspenso a quien la presencia, por lo que si buscas una obra de suspenso psicológico que sea ligera y fácil de consumir, definitivamente esta es una excelente opción a tener en cuenta.