Reseña de “AVATAR: El Camino del Agua”: ¿Logró James Cameron cumplir con las expectativas?
Después de doce largos años de espera, cinco años de rodaje y trece años de diferencia con su precuela, finalmente llega a nosotros la segunda parte de la icónica obra de James Cameron, AVATAR: El Camino del Agua (The Way of Water). Hemos tenido tiempo de sobra para conocer los distintos percances y retrasos que ha tenido esta ambiciosa saga: la escritura del guion, la planificación de efectos visuales, la trágica muerte del compositor James Horner y el peliagudo asunto de la pandemia que terminó siendo un revés para toda la industria cinematográfica en general. Sin embargo, Cameron nunca dudo del éxito de esta entrega sin importar cuanto se demorase su estreno, ¿La película logrará cumplir con dichas expectativas? Luego de pocos días desde su estreno, la respuesta parece un sí rotundo.
¿Qué ha sido de nuestros personajes?
Luego de más de diez años desde los eventos de Avatar (2009), la trama nos presenta a un Jake Sully que además de ser jefe del clan Omaticaya ha formado una familia con Neytiri, teniendo ahora tres hijos (Neteyam, Lo’ak y Tuk) y una hija adoptiva (Kiri). Dicha familia ahora se ve amenazada por un enemigo no esperado: el comandante Quaritch o, mejor dicho, un Avatar Na’vi del comandante cargado con sus recuerdos.
Bajo la amenaza creciente de una invasión violenta por parte de Quaritch (quien busca venganza contra nuestro protagonista), Jake toma la decisión de huir con su familia para mantener a salvo a todo el clan y hacer que sus persecutores les pierdan la pista, aún si esto significa el destierro. Luego de este arco introductorio conocemos el nuevo refugio de la familia Sully, el clan Metkayina, el cual hace que la película cobre vida y nos recuerde la hermosa sensación de descubrimiento que dejó su antecesora.
La belleza de Pandora sólo crece más y más
El diseño del mundo de Avatar es tan íntegro que con sólo una película ha creado toda una franquicia, y esta segunda entrega refuerza y destaca ese logro. Desde los hermosos paisajes tropicales, pasando por el diseño de la flora y la fauna marina propia del planeta, llegando incluso a destacar pequeñas variantes corporales en los mismos Na’vi locales y su lenguaje de señas, el mundo es tan atractivo, natural y completo que el espectador queda inmerso totalmente en la experiencia.
Observar la forma de vida de estos nuevos Na’vi, el cómo sus brazos y cola se han aplanado y alargado para nadar más ágilmente, la forma en que se comunican bajo el agua usando sus manos… todo te da la sensación de que ves un documental de la naturaleza de una población real, animales reales y plantas reales. A esto se le une todo el tema espiritual que gira en torno a Eywa y la conexión con la naturaleza, lo cual es un tema que sí suena un poco trillado a estas alturas.
¿La historia de Avatar podría perder su encanto?
Si bien la nueva locación y personajes dotan de vitalidad al filme, los temas que este trata objetiva y subjetivamente son más bien repetitivos. La guerra entre el progreso humano y la prosperidad de la naturaleza Na’vi tuvo un potente impacto en la primera entrega, sin embargo, para esta segunda película se siente más bien como un refrito con otro aspecto.
En lugar de presenciar la quema del bosque ahora podemos ver el horror de la caza de Tulkun (criaturas marinas incluso más inteligentes que los humanos), lo cual parece una astuta metáfora a la caza ilegal de ballenas. La forma de abordar el problema es similar, aunque llevada a otra escala: en Avatar, Jake pide a los Omaticaya huir y retirarse, para luego cambiar de opinión una vez que no le queda otra opción que luchar para defender su nuevo hogar; en el Camino del Agua, Jake huye y esta vez pide a los Metkayina que lo entreguen, para luego aceptar luchar junto a ellos para rescatar a sus hijos.
Si a todo esto sumamos que el antagonista es una variante de aquel que vimos en Avatar, pues se pierde un poco la novedad. Existen además algunas incoherencias lógicas en cuanto al guion, ¿El hijo del comandante Quaritch quedó varado en Pandora todo este tiempo y creció entre los nativos como un Na’vi? ¿Cómo es que no hubo mención de nada similar en la primera película? Pareciese que, al tomar este tipo de decisiones apresuradas, los guionistas deseasen forzar un paralelismo entre Jake y Quaritch, pues al final son los hijos de ambos quienes toman el protagonismo.
Efectos especiales del Camino del Agua
Otro punto que vale la pena destacar se encuentra en el apartado de efectos especiales. Una de las cosas que se llevó buena parte del tiempo de producción de la película fue el cómo lograr la captura de movimiento bajo el agua, y personalmente, creo que valió totalmente la pena tomarse el tiempo para ello. La fluidez de las escenas bajo el agua es tanta que, de nuevo, olvidas que estás viendo una película de ficción llena de efectos. Dicha naturalidad es algo único y es definitivamente un paso enorme para la industria cinematográfica.
Contrastantemente, son las escenas de acción en tierra firme en donde los efectos flaquean ligeramente. Durante las secuencias de batalla, disparos, persecuciones frenéticas, explosiones y muchos personajes involucrados ocurre algo particular, se hace notorio el uso de efectos por la exagerada fluidez de lo que está en pantalla. Esto último es una pequeña lástima, puesto que, al comparar dichas escenas con las tranquilas escenas bajo el agua, que se sienten tan naturales como si las hubiese captado el ojo humano, el contraste es muy notorio.
El futuro de la franquicia más taquillera
A pesar de los puntos débiles del Camino del Agua, es innegable que es una película sumamente disfrutable, con una construcción y diseño de mundo exquisitos, personajes entrañables y fuertemente construidos, actuaciones impecables, visuales atrapantes, hermosa banda sonora y efectos a la vanguardia. Esta secuela no es perfecta, pero le hace justicia a su antecesora, sólo queda esperar que conforme avance la saga encuentren nuevos horizontes para la familia Sully. Recomiendo a todo tipo de público que no pierda la oportunidad de apreciar la realidad única que nos presenta Avatar: El Camino del Agua.