Reseña de “Licorice Pizza”: Una historia de amor irreverente y cautivadora
Licorice Pizza es una película escrita y dirigida por Paul Thomas Anderson y protagonizada por Alana Haim y Cooper Hoffman en los roles principales como Alana y Gary, junto a ellos una serie de actores veteranos en papeles secundarios como Sean Penn, John Michael Higgins y Bradley Cooper. Licorice Pizza es una cinta con una historia libre de las sujetaduras políticamente correctas a las que nos ha acostumbrado Hollywood ultimamente, dando mucho de qué hablar con opiniones contrariadas desde su estreno en los EE.UU. el pasado 25 de diciembre y ahora que se ha estrenado en España el 11 de febrero, y en México, Venezuela y otros países de Latinoamérica este 24 de febrero. A continuación, mis impresiones de la película.
Una historia libre de ataduras a lo políticamente correcto
El principal tema controversial de las críticas alrededor de Licorice Pizza tiene que ver con el hecho que la trama gira en torno a una historia de amor entre un adolescente de 15 años y una mujer de 25 años en el San Francisco de 1973. La relación entre un adolescente menor de edad y una persona mayor de edad es considerado en la mayoría de los países como una acto ilegal que puede traer graves consecuencias. Sin embargo, a través de la historia de la humanidad, las relaciones entre adolescentes y adultos siempre han existido por una razón u otra en diferentes épocas, por lo que Licorice Pizza a mi parecer en ese aspecto sólo nos muestra una ventana a una historia que refleja a través de la historia de amor de una pareja ficticia, el reflejo de una realidad que se vivió en la década de 1970. Si es un hecho reprochable o no en la sociedad actual, no fue un problema para Anderson a la hora de escribir la historia de Licorice Pizza, ya que se dedicó a crear una película, quizá parcialmente inspirada en creaciones como “Érase una vez en Hollywood” de Quetin Tarantino, en la que se pasea a los protagonistas a traves de una serie de hechos ocurridos en la vida real, aún cuando la historia en sí misma sea una ficción.
Por supuesto, a diferencia del trabajo de Tarantino, Licorice Pizza carece de fundamentos violentos impactactes. En lugar de ello, Anderson se dedica a mostrarnos la vida de Alana y Gary, atravesando por una serie de obstáculos no extraordinarios y luchando contra el hecho de sentirse atraídos mutuamente.
El casting de los protagonistas es perfecto para proyectar el nacimiento sano de una historia de amor entre un joven convirtiéndose en adulto y una chica sentimentalmente desafortunada. No es casualidad que Hoffman luzca como un joven de 20 años aún cuando su personaje tenga 15 ni que Haim tenga una apariencia de una chica de 17 años a pesar que su personaje ya se encuentra en sus 25. Todo está orquestado de esta forma para expresar orgánicamente cómo las circunstancias pueden hacer que un joven pueda madurar más rápido que incluso algunos adultos.
Podemos ver personajes como Jon Peters, interpretado por Bradley Cooper, reflejado como un hombre completamente dominado por sus impulsos infantiles. Análogamente con el personaje de Sean Penn y Higgins. Aún cuando cumplen con un rol de comedia dentro de la trama, están allí para servir de contraposición a las personalidades de los protagonistas.
Lo controversial que haya podido parecer la historia de Licorice Pizza para algunas personas, no ha evitado que la película haya recibido tres nominaciones al Oscar como Mejor Película, Mejor Dirección y Mejor Guion Original.
Una aventura excepcional a través de circunstancias ordinarias
Si tuviera que resumir Licoriza Pizza en una frase, tendría que decir que es “una historia de amor excepcional a través de circunstancias ordinarias”, y que los protagonistas no están destinados a estar juntos por su diferencia de edad, pero sus experiencias los llevan a un encuentro emocional cada vez más sincero. El resultado es el de un amor irreverente que nace por medio de una amistad poco común.
La magia del guion escrito por Anderson logra a través de diálogos irreverentes introducirnos a profundidad en el mundo emocional de los protagonistas, sin llegar a caer en escenas monótonas. Aunque sí sucede que muchas situaciones que parecen que tendrán una relevancia mayor en el desenlace de la cinta, terminan por no tener un mayor impacto.
La controversia siempre atacará a este tipo de películas siempre que quieran verlas erróneamente como un contenido que busca normalizar una conducta políticamente incorrecta. Y no se trata de eso. Las historias que se pueden contar no tienen que ser extrictamente las únicas que sean políticamente correctas. Hay muchas aventuras que contar, ficticias o no, que se dieron en condiciones excepcionales.
Así es Licorice Pizza, una cinta que seguramente se convertirá en una película de culto creada en una época en donde no se aprecie lo suficiente el gran trabajo logrado por el cineasta Paul Thomas Anderson sin necesidad de tener un presupuesto abultado ni utilizar grandes celebridades en los roles protagónicos de su historia.
Ver también: Notas de producción de la película “Licorice Pizza” de Paul Thomas Anderson