Camino al Encuentro: Parlamento Mundial de las Religiones 2014
El Parlamento Mundial de las Religiones celebrado en 1893, durante la Exposición Colombina de Chicago, constituyó el primer gran encuentro interreligioso organizado y marcó el inicio del diálogo formal entre las tradiciones espirituales orientales y occidentales.
En 1993, el Parlamento Mundial de las Religiones renació en Chicago, cuando 8.000 personas del mundo entero se reunieron para compartir sus identidades, celebrar la diversidad y la armonía y explorar respuestas religiosas y espirituales a los problemas candentes que se le plantean a la comunidad global.
En 1999, el Parlamento Mundial de las Religiones de Ciudad del Cabo llamó la atención del mundo sobre la contribución del movimiento interreligioso a la lucha contra el apartheid y sobre los crecientes esfuerzos para construir una nueva Sudáfrica.
En el año 2004, el Parlamento Mundial de las Religiones—uno de los principales acontecimientos del Forum Universal de las Culturas de Barcelona—constituyó una llamada a enfrentarse con los desafíos que supone vivir en un contexto de diversidad y a mostrar las oportunidades que ésta ofrece.
En el 2009, el Parlamento Mundial de las Religiones se reunió en Melbourne, Australia. Juntos, los asistentes recordaron que muchas veces es la pobreza espiritual la que detona la avaricia y contribuye con la pobreza material de amplios sectores de la población. Casi 10.000 personas reflexionaron sobre la verdad de que “tener” no soluciona la miseria y no elimina la depresión. En un planeta malogrado por el consumo desmedido, la simplicidad y la compasión parecen ser los grandes aliados de la vida.
Actualmente Guadalajara, México; Bruselas, Bélgica y Dallas, USA compiten para conseguir ser la sede del Parlamento Mundial de las Religiones a celebrase en el año 2014. Son muchas las personas y organizaciones que esperan con ansias el resultado de esta competencia. El Parlamento invita a todas las personas de fe, espíritu y buena voluntad a encontrarse con la amplia y rica diversidad de las tradiciones religiosas y espirituales del mundo, a escucharse las unas a las otras con el corazón y la mente abiertos, a dialogar para comprenderse mutuamente, a reflexionar sobre los problemas que el mundo se enfrenta y a comprometerse en la exploración de nuevos senderos de paz.
Ya se ha derramado demasiada sangre en el nombre de DIOS. Es alentador ver que miembros de más de 100 formas distintas de relacionarse con la divinidad están dispuestos a pactar con la armonía y con la esencia de nuestro origen cósmico. Como partes del Universo, somos inevitablemente una danza eterna entre la Unidad y la Diversidad.
Vale la pena vivir después de todo.
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